Romeo y Julieta es una tragedia de William Shakespeare de 1597. Narra la historia de dos jóvenes que se enamoran, con la oposición de sus respectivas familias, rivales entre sí, y que deciden casarse de forma clandestina y vivir juntos; la rivalidad entre las familias y una serie de fatalidades, no obstante, terminan con el suicidio de los dos amantes. Se trata de un drama muy elogiado por su argumento, por la habilidad en la construcción de la propia historia, en la que se mezclan episodios cómicos con otros más trágicos, y en la que se usan, por ejemplo, distintas formas métricas para los distintos personajes. La relevancia de la obra se mide, además, por las numerosas adaptaciones que ha tenido (en el cine, en la opera, en la danza…). Pero  ¿sabías que hay un antecedente mitológico de Romeo y Julieta? Es la fábula de Píramo y Tisbe, que nos cuenta Ovidio en La metamorfosis, y que le sirve para ilustrar un nuevo catasterismo (la transformación de color del fruto de la morera). Esta es, resumida, la historia:

  Píramo es un joven enamorado de su vecina Tisbe. Los padres prohiben ese amor y además también les prohiben verse, pero los jóvenes encuentran una grieta en la pared que separaba sus casas, a través de la cual hablan a escondidas, hasta el día en que deciden reunirse en un lugar fuera de la ciudad, por la noche. Tisbe llega la primera, pero la segunda en llegar es una leona. La muchacha se esconde en unas cavernas, pero pierde sus velos en la huida, y la leona los destroza y los mancha con la sangre de una presa reciente. Entonces llega Píramo y, al ver estos restos ensangrentados, cree que Tisbe ha sido devorada, y no se le ocurre otra cosa que atravesarse con su propia espada. Poco después aparece Tisbe, justo a tiempo para que Píramo muera en sus brazos. A continuación, ella se clava también la espada. La sangre de los amantes cae sobre una morera que tenía sus frutos blancos, transformado su color al rojo.